Bienvenid@

Bienvenido a este espacio dedicado a los poetas y a la poesía

martes, 29 de junio de 2010

Carmen Conde


Carmen Conde Abellán (Cartagena, 15 de agosto de 1907 - Madrid, 8 de enero de 1996) fue una maestra, poeta y narradora española. En 1931 fundó, junto con Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española; pronunció su discurso de entrada en 1979.

Nace el 15 de agosto. En 1914, se traslada con su familia a Melilla y vuelve a Cartagena en 1920. Comienza a trabajar en la Sociedad Española de Construcción Naval Bazán. De estos años, son sus primeras publicaciones en la prensa local.

Estudia Magisterio. En 1927 conoce al poeta Antonio Oliver Belmás, que la asesora en esta etapa. Publica en las minoritarias revistas de Juan Ramón Jiménez, y su primera obra, Brocal, en 1929.

Se casan el 5 de diciembre de 1931 y, juntos, fundan la primera Universidad Popular de Cartagena.

En 1934 publica Júbilos, prologado por Gabriela Mistral.

Al estallar la Guerra Civil, Oliver se une al ejército republicano. Ella ha de renunciar a la pensión que había obtenido para estudiar las instituciones de cultura popular en Francia y Bélgica. Sigue cursos en la Facultad de Letras de Valencia y aprueba oposiciones a Bibliotecas.

Cuando acaba la Guerra, Oliver vive recluido en Murcia; Carmen se instala en El Escorial en casa de unos amigos. Los años 40 son literariamente muy productivos. Utiliza seudónimos, como Magdalena Noguera, Florentina del Mar y otros. Trabaja para la Editorial Alhambra, colabora en la Sección Bibliográfica del CSIC y en la Sección de Publicaciones de la Universidad de Madrid.

En 1953, recibe el Premio Elisenda de Montcada por Las oscuras raíces. Un año después, el Premio Nacional Simón Bolívar de Siena por Vivientes de los siglos. En 1956, el matrimonio gestiona la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío. En 1961, ambos reciben el Premio Doncel de Teatro Juvenil, por el libro A la estrella por la cometa.

En 1967, a Carmen Conde, se le concede el Premio Nacional de Poesía por Obra poética.

Elegida Académica de la Real Academia Española en 1978, en la que ingresa un año después, se convierte en la primera mujer que logra este honor. Es nombrada Hija Predilecta de la provincia de Murcia, Hija Predilecta de la ciudad de Cartagena e Hija Adoptiva de La Unión.

En 1979, recibe el Premio Benito Pérez Galdós de Periodismo, el Premio Adelaida Ristori del Centro Culturale Italiano y el Título de Almirante del Estado de Nebraska. Se la nombra Académica Correspondiente de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico.

En 1980,consigue el Premio Ateneo de Sevilla por Soy la madre; la entrega de llaves de la ciudad de Miami, varias adopciones por entidades culturales de Miami y New York. En 1987, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Vive sus últimos años en una residencia de Majadahonda. En 1994 formaliza la donación de su legado cultural a su ciudad natal, Cartagena. Muere el 8 de enero de 1996 en Madrid.

Información obtenida de Cervantes virtual

----------------------------


Ante ti


Porque siendo tú el mismo, eres distinto
y distante de todos los que miran
ese rosa de luz que viertes siempre
de tu cielo a tu mar, campo que amo.

Campo mío, de amor nunca confeso;
de un amor recatado y pudoroso,
como virgen antigua que perdura
en mi cuerpo contiguo al tuyo eterno.

He venido a quererte, a que me digas
tus palabras de mar y de palmeras;
tus molinos de lienzos que salobres
me refrescan la sed de tanto tiempo.

Me abandono en tu mar, me dejo tuya
como darse hay que hacerlo para serte.
Si cerrara los ojos quedaría
hecha un ser y una voz: ahogada viva.

¿He venido, y me fui; me iré mañana
y vendré como hoy...?; ¿qué otra criatura
volverá para ti, para quedarse
o escaparse en tu luz hacia lo nunca?

Carmen Conde


Historia

Este mar es un mar arracimado
en dos brazos de tierra, clamorosos
de jaloque y leveche...; es un espeso
vino viejo de sales y de yodo.

Es un mar para jóvenes intactos;
y es un mar para seres que ya saben
lo que el mar lleva en sí, desde la tierra.
Es un mar sin jinetes, no galopa.

Y este olor de milenios a que huelen
sus orillas de pinos y palmeras,
es del mar sobre el mar: es ya celeste
como manos de arcángeles quedadas.

¡Oh su luz y su son, sus grandes nubes
que el levante desprende de los cielos
y que vuelca en el campo, como ríos
que regresan de Dios, el mar de bronce!

Carmen Conde


Incorporación a tu esencia

Densísimo, que sin moverme apenas
dentro ya de ti, sostienes mi andadura
cargada de pesantez.
No solamente tierra en declive me soportas,
sino edades: milenios, como los tuyos,
flotamos en ti... Suave y tiernamente
me llevas en mediodías
inacabables de sol.

Para aliviarme de este peso de mí
entrego a tu densor fabuloso
completa inmovilidad. Y ando.
Ando sobre tus lienzos crujientes de algas,
por tu zafiro líquido, por tu derramada esmeralda,
como por el puro mármol azul del cielo.

¡Alta galería quieta de tu firmamento,
acercándoseme íntegra!
¡Ojos los míos que se abren ciertos
dentro de ti; videntes de ti, tuyos
y realizados ojos de la inmortal espera!

Carmen Conde


Comprobación

Te sigo, con la nostalgia de siglos
que no fueron ni serán míos...
¡No tener una edad inacabable para quererte!
Permanecer a tu orilla como a la de un joven
que corre hacia sus límites, mi limitado hoy.

No tuve ni tendré una eternidad de ti.
Un minuto tuyo soy, y ello me duele tanto
que sufro al amarte, y te daría
más tierra de mí, quedándoteme.

Sí. Te contemplo y oigo. Huelo tu simiente
y, pobre Sarah que soy no te devuelvo
lo que me vienes a dar.

Carmen Conde



Redimidos por el mar

Quieta, porque te miro siempre, hasta durmiendo,
veo a los otros llegar hasta ti
quitándose sus vestidos diferenciantes,
y penetrando en tu pulpa sostenedora...

¡Si no esperara el milagro, lloraría!
Pero el milagro es siempre, porque los bruñes
y pules como a pedazos de piedra, y fúlgidos
ostentan desde tu luz la propia lumbre.

Hermosos, son hermosos los que te incorporas.
Criaturas que deslumbran, por tu contacto.
Hombres y mujeres recién hechos,
perfectos de carne y de alma, destellando
sobre tu propio destello.

¡Alegría de que vengan aquí los míseros
de belleza, los lentos de la tierra, los torpes
y los sanos! ¡Alegría para mis ojos, tus dos fuegos,
que se salvan, por el milagro tuyo,
-¡oh mar piadoso y mío!-
que vuelve de oro al plomo y al barro!

Carmen Conde

Pacto

Pactemos, mi mar.
Corrobórame íntegro el pacto.

Cuando me vaya a la selva de casas
y de acuciantes urgencias anónimas,
has de acudir, tal y como te veo,
apenas mi corazón desmaye,
levantándome ante mí, arcangélico azul inmenso,
bañándome el duro mundo de mi contorno humano.

Y por las noches de ti, apenas callen
sus extensos rumores pinar y viento,
has de evocarme tú, has de escucharme,
diciéndote:
¡quisiera yo ser eterna, sólo por verte!


Carmen Conde


Luna en el Mar Menor

Estamos todos callados escuchándote que hables
y aunque no entendemos todos, tú nos va enumerando
tan viejos misterios tuyos, hueso puro de la vida
que el sol consume incesante al costado de tu voz.

Es una historia del padre y es viva historia del hijo
la que influye tu oleaje, ardiente espesa palabra
cubriéndonos con la espuma de frenética saldumbre;
o con la calma, flotando como el color de la luz.

Hueles y sabes molusco, amargas ola, traspasas
empujón dulce que invades como un amor...;
¡que mareas como una altura, que hiendes
como una espada de luna...!

Cerramos todos los ojos. ¿Quién es el que viene andando,
que apenas pisa las olas...?
¿Quién multiplica la pesca y arrebata muchedumbres?
¿Eres un mar, o aquel lago que secó el sol de la ira?
¿Eres el mar, o un espejo que del cielo ha descendido
para que nosotros, tuyos, queramos soñar el mar?

Luna de ti, la vibrante y pronta pisada luna,
¡en estas noches de espera goteando van las barcas
en un camino que sigue fuera del mundo, mar mío!
Luna de setiembre, última,
ya no impávida ni ajena,
¡en este misterio roto de tu distancia...!

Cuéntanos del mar; si puedes, luna, contarnos
cómo hicieron este mar:
si a la vez que tú, si antes;
si cuando abriste tu cáliz estaba ya aquí,
mirándonos...
Si fue después cuando oíste
el rumor de su estallido... Cuéntanos.

Estamos quietos, oyendo
debajo de luz; callados
y temblorosos de luz!
¡Tan cerca estamos del mar y de ti,
callada luna!

Carmen Conde


Aunque te diga No, empéñate en Sí...

Aunque te diga No, empéñate en Sí,
y si te empujo, procura tú vencerme.
Así que te rechace de mi vida
azotará mi espíritu el perderte.
¡Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme...!
Y es duro y es cruel que yo batalle
quitándote de mí. Resueltamente
cortándome de ti, para librarme
de este sordo luchar en que me vences.

Sólo pienso en ti. Repito tu presencia
en un continuado nacer de tus palabras.
Imágenes que son imágenes ya fijas
de tanto recordarlas me turban y enloquecen.
Te veo como un día que fuiste una brevísima
criatura sorprendida por labios repentinos.
Te veo en alta noche, temiendo que tus ojos
mintieran por amor que era yo la que buscabas.

Oh, cómo te contemplo, oh, cómo te persigo;
das vueltas en el aire en rueda que no para!
Yo sólo pienso en ti. Te odio. Te deseo.
Libértame de verte en todo lo que miro;
auséntame de ti, martirizante imagen,
¡que te ven en mis ojos anhelantes, los ciegos!

Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
que cuando tienen sed no respetan las selvas;
y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
que entre el romero mueven su poderoso olor.

A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
y por nacer en ellas, oh, líquido delgado,
consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.

Tanto como el romero florido, cuyo aceite
persistirá en la piel de los fieros sedientos,
huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
de las flores oscuras del secreto deseo...

La luna se deshoja como un ave en tu agua.
A los tigres con celo esa luz los persigue
como loco fantasma de una caza suprema
que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.

Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
no lo oigo cantar ni lo siento fluir.

¡Ah, tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
suéltalos sobre mí, no detengas su ataque:
¡para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo!

Dejarte perder me duele, porque duele en la tierra
que una raíz se seque sin romperse en el tallo
y alumbrar en la flor, para que el aire sepa
lo que la tierra sabe, porque tuvo raíces.

Resignarme a que fluyas por otros cauces, me duele;
porque yo soy un cauce del grueso de tu fuente.
Y para correr en otros tendrás que derramarlos
o que volcarte hondo, rompiéndolos por dentro.

Es que soy tu medida, es que ninguna tierra
será capaz de darte lo que yo te daría,
si en lugar de negarme a que germines, corras,
yo
te hiciera mi agua, calentara tu grano.

¡Qué delirio de fuerza que se opone a tu empuje;
qué frenética para que no quiere cedérsete!

Carmen Conde








































































domingo, 20 de junio de 2010

Marina Romero Serrano

“Bienvenidos
a este valle de lágrimas.
Y cuidad que la sal
no os amargue
alguna noche,
y para siempre,
los labios.”

Marina Romero


Marina Romero Serrano nace en Madrid en 1908. Hija de familia acomodada, fue su padrino el célebre neurólogo Luis Simarro Lacabra, considerado el padre fundador de la psicología. Desde los cuatro a los diez años asiste al Institute for Girls in Spain y a partir de los diez al Instituto-Escuela, donde estudia bachiller y del que sería posteriormente profesora (1929-1935).

Estudia Magisterio y en 1933 inicia los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. En 1935 marcha becada a los Estados Unidos donde reside treinta y cinco años. En 1936 se licencia Master of Arts en e
l Mill College, California. Es profesora de Lengua y Literatura españolas en la Universidad de Rutgers, NewJersey, desde 1938 a 1970, año en que regresa a España.

Aunque desde 1938 tenía establecida su residencia en New Brunswick siempre mantuvo los lazos con España. Aquí regresaba los veranos y a principios de los años cincuenta construyó un chalet en Mojacar (Almería) . Apasionada fotógrafa, para mostrar la imagen de España a sus estudiantes de allende los mares, edita e ilustra una antología de autores del 98 titulada Paisaje y literatura de España, obteniendo un premio del Instituto Nacional del Libro Español.

En 1970 regresa definitivamente a Madrid y realiza una fructifera actividad poética en la que destacan sus poemas para niños. “Escribir para niños me nutre el alma”, confesará la autora.

En 1982 se estrena Cantata Divertimento de Antón García Abril, coro para niños basado en su obra Alegrías. Fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de R.T.E. en el Teatro Real de Madrid y el el Palau de la Música de Barcelona y se publicó como disco en 1982, emitido por Radio Nacional de España y Televisión Española.

En 1990 es nombrada Presidenta de Honor de la Liga Española Pro-Derechos Humanos y, dos años más tarde, se le otorga la Medalla de Honor de la Universidad Complutense de Madrid. Ese mismo año hizo una donación al Legado Luis Simarro de un retrato de su padrino pintado al óleo por Luis de Madrazo.

Falleció en Madrid el 15 de Agosto de 2001. Sus cenizas fueron a la mar en la playa de Mojacar.

Obra Poética :

Poemas "A". Asociación de Alumnos de la Residencia de Estudiantes. Madrid 1935.
Nostalgia de Mañana. Rueca. México 1942.
Presencia del Recuerdo. Colección Insula. Madrid, 1952.
Midas. Poema de Amor. Insula. Madrid 1954.
Sin Agua, el Mar. Agora. Madrid 1961.
Honda Raíz. Ediciones Torremozas. Madrid 1989.
Poemas de Ida y Vuelta. Editorial Torremozas. Madrid 1999.

Ensayo:

Paisaje y Literatura de España. Antología de la Generación del 98. Prólogo de Julián Marias. Editorial Tecnos. Madrid, 1957 (Premio INLE).

Obra para niños:


Alegrías: Poemas para niños. Editorial Anaya. Madrid, 1973.
Alegrías. Editorial Escuela Española. Madrid, 1979. (Reedición en 1987).
Campanillas del Aire. Editorial Escuela Española. Madrid, 1984.
Churrupete Va a la Luna en Busca de la Fortuna. Editorial Escuela Española. Madrid, 1985 (Teatro).
Disparatillos con Masacha. Editorial Escuela Española. Madrid, 1986.
Poemas a Doña Chavala y Don Chaval. Editorial Luis Vives. Madrid, 1987. (Reedición en 1989,1992 y 1994).
Cuentos Rompecabezas. Editorial Escuela Española. Madrid, 1989.
Poemas Rompecabezas. Editorial Luis Vives. Madrid, 1989. (Reedición en 1991,1992 y 1995).

Información obtenida de: ucm.es

------------------

"y yo me iré
y se quedarán los pájaros cantando."
Juan Ramón Jimenez


Y yo me iré,
y tu te quedarás
pensando en otra espera
tigre en celo.
Y yo me iré
con la mar en borrasca
rebuscando el camino
sin la luz de tu estrella,
y quedarán sangrantes
desgarrones de vida
en la reja del puerto.
Tu corazón y el mío
habrán bebido todas
las nuevas alegrías,
y tú te quedarás
con mi recuerdo
clavado en las pupílas
mirándolo crecer.

Marina Romero
















A todos los que habéis sentido

el dolor de la distancia.


Si ésta, la soledad, es transitoria,
también de paso va la compañía,
inútil anhelar que cualquier día
nos llegue al corazón firme memoria.

Es difícil tejer sólida historia
de imposible amasar con alegría,
no es la vida continua algarabía
ni canjilón monótono de noria.

Hay que darle al momento lo que pida
sin esperar jamás chorro constante
que mitigue la sed del alma ardiente.

De momentos de hacer se hace vida
porque un sorbo de luz dura un instante,
y el que afirme lo eterno, miente, miente.


Marina Serrano


Que me abrace el mar,
que me acaricie el mar,
que me ponga palomas blancas
en los labios, el mar.
Rodeada de su azul,
de su gris,
por todas partes el mar.
Marina yo, su amante.

Que me arome la jara del monte,
que me cante el tomillo del monte,
que me ponga miel en la boca
el monte.
Anegada de su verde
de su rojo,
por todas partes el monte.
Romero yo, su amante.

Que me abarque tu nieve, sierra,
que me abrace tu frío, sierra,
que me ponga ansia blanca
en las manos, sierra.
Deslumbrados de tu luz
mis ojos.
Blanco en azul
infinito acabarse.
Serrano yo, tu amante.

Marina Serrano


El tacto de esta ola
en otra orilla
posible de añoranza...
Tan ignorado
ese segundo roce,
esa incógnita caricia
caldeada de soles meridianos
acunada de noches
inquietas de sal,
enlazada en anillos
latentes de distancia.
Esa ola,
monótona de ires
y venires,
huyéndose,
encontrándose,
esa ola exacta
me besará los labios
algún día.

Marina Serrano







sábado, 19 de junio de 2010

Josefina de la Torre

Josefina de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 1907− Madrid, 2002) fue una poetisa, novelista, cantante lírica y actriz canaria vinculada estrechamente con la corriente vanguardista hispánica de la primera mitad del siglo XX.

Josefina nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1907, en el seno de una familia dedicada por entero a las artes. Por ello no es de extrañar que su temperamento artístico estuviera marcado por distintos ámbitos, principalmente la música, la poesía y la interpretación dramática. Su introductor en el terreno musical fue su tío, el barítono Néstor de la Torre Comenja, intérprete de amplia trayectoria en Canarias.

En la literatura recibió un notable impulso de su hermano Claudio de la Torre, novelista y dramaturgo en auge en aquel momento, Premio Nacional de Literatura en 1924. Por su mediación se inicia la joven Josefina en la literatura, especialmente como actriz durante las sesiones del Teatro Mínimo que se organizaban en casa de su familia y que dirigía su hermano.

En la década de 1920 marcha a Madrid y entra en contacto con diversos escritores de la capital de España. Allí se relaciona con Pedro Salinas, Federico García Lorca, Rafael Alberti y otros intelectuales de la madrileña Residencia de Estudiantes. De estos y otros escritores vinculados a la llamada Generación del 27 recibe una notable influencia.

Precisamente en el año clave de 1927 publica su primer libro de poemas, titulado Versos y estampas, con prólogo de Pedro Salinas, a quien la autora consideraba como uno de sus maestros. A este libro le sigue Poemas en la isla. Durante el largo periodo franquista Josefina de la Torre no publica más que un libro de versos, Marzo incompleto. Escribe, no obstante, algunas novelas de carácter comercial con el pseudónimo de Laura de Cominges, dentro de sus falsas pretensiones de ser descendiente de la nobleza francesa, y se dedica por entero a su labor como actriz cinematográfica y teatral. Murió en Madrid en 2002.

Obra literaria

Aunque su obra en verso es muy breve, ésta acoge algunas de las tendencias líricas más relevantes de la primera mitad del siglo XX. Heredera del Modernismo (fue discípula de Tomás Morales), se centró de lleno en la corriente de la “poesía pura” que imperaba en la literatura hispánica de la década de 1920. Su protagonismo en tal tendencia hizo que Gerardo Diego la incluyera en la célebre antología Poesía española (1934).

Tras su primera publicación, Versos y estampas, aparecida en 1927, le sigue Poemas en la isla (1930), libro en el que la autora define su visión poética netamente insular, que ya había comenzado en el libro anterior. Se produce entonces una gran laguna editorial, hasta que por fin, en 1969, aparece Marzo incompleto. En 1989 aparece su último libro, Medida del tiempo. Numerosos poemas suyos permanecen dispersos en las diversas revistas en las que fueron apareciendo. En 2002 se publicó en EE.UU. una antología bilingüe de su obra (español e inglés).

Su obra se centra en temas como la infancia, la muerte y la soledad, pero entre todos destaca uno en especial: el paisaje insular, concretamente el mar y la playa, dentro de la tradición poética canaria. Estos temas son abordados por la autora desde una aparente sencillez expresiva. Sus poemas (que se desenvuelven entre el verso libre, la medida rigurosa y la prosa poética), están modelados a partir de una sutil utilización de la metáfora, el símil y la adjetivación. También utiliza algunas figuras literarias propias del creacionismo.

Josefina de la Torre, actriz

A partir de 1935 Josefina de la Torre se traslada a vivir a Madrid, lugar en el que desarrolla plenamente su vocación musical y teatral. A partir de entonces cosecha numerosos éxitos. En 1940 se convierte en primera actriz del Teatro Nacional María Guerrero, aunque también formará parte de prestigiosas compañías como las de Ismael Merlo, Amparo Soler Leal y Núria Espert. También llegó a ser actriz radiofónica durante largos años. En su faceta como actriz de doblaje, trabajó en los estudios de la Paramount en Joinville, Francia, y fue la voz de Marlene Dietrich en español.

Como actriz cinematográfica interpretó papeles importantes bajo las órdenes de su hermano Claudio de la Torre, [[así como de otros directores como Miguel Pereyra, Edgar Neville,]] Julio de Fletchner, etc. Su última intervención en el cine fue en la conocida serie de Televisión Española Anillos de oro (1983).

Homenajes en recuerdo de Josefina de la Torre

En 2007, el Ministerio de Fomento bautizó al Sasemar 103, uno de sus aviones de patrulla marítima con su nombre, operado por la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima.

Ediciones actuales de su poesía

Poemas de la isla (1989), Las Palmas de Gran Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
Poemas (2003), Santa Cruz de Tenerife, Idea.
Poemas (2004), Santa Cruz de Tenerife, Interseptem.


------------------------

atardecer-en-el-mar.jpg

Tú en el alto balcón...

Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.

Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.

En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.

Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
–como un pájaro ciego– por los años.

Josefina de la Torre, España, 1907


Si ha de ser, quiero que sea
de pronto. Cuando yo piense
en horizontes dormidos
y en el mar sobre la playa.
Si ha de ser, que me sorprenda
en mis mejores recuerdos
para hacer de su presencia
un solo signo en el aire.
Dormida no, ni despierta:
si ha de ser, quiero que sea.

de poemas de la isla

Josefina de la Torre


Sobre mis manos tu nombre
como cuentas de rosario.
La plegaria que mi boca
dirá fervorosamente.
Señor, perdona mi falta.
Mi corazón te la ofrece
por esta reja de hierro
como regalo de Pascua.
Mi falta que sabe a dulce
y tiene olor de retama.
Mira qué pequeña es
que no se me ve en los ojos
ni en el pelo, ni en la frente.
Pero este rosario mío
de las letras de tu nombre
icómo me gusta rezarlo!

de poemas de la isla

Josefina de la Torre




Mira:
me gustas porque sabes
decir mentiras.
Si dijeras verdades
no me gustarías.
¡Qué dulce que sabe
la mentira!
Es buena,
noble,
decisiva.
Y la verdad
¡qué tonta y desabrida!
Siempre igual,
esperada, conocida.
¡En cambio la mentira
qué dulce,
amarga compañera mía!

Te quiero,
porque sabes decir mentiras

de poemas de la isla

Josefina de la Torre



Agua clara...

Agua clara del estanque.
Era un espejo del chopo
y alfombra verde del cielo
con reflejos de los árboles.
¡Oh si yo hubiera podido
entrar con los pies descalzos
y ser el viento en el agua
y hacer agitar el chopo!

Josefina de la Torre


Toda mi ilusión...

Toda mi ilusión la he puesto
en la espera de un mañana.
¿Cómo vendrás? ¿Adornado
de blanca flor de retama
o de flor de pensamiento
que de luto se engalana?
¿Vendrás con rojas miradas
o con pálidas miradas?
¿Tendrás voz, tendrás sonrisa,
o no me guardarás nada?
¡Mañana, horizonte en niebla,
fiel timón de mi fragata:
hace tiempo que me llegas
con las velas desplegadas!

Josefina de la Torre



La tarde...

La tarde tiene sueño
y se acuesta en las copas de los árboles.
Se le apagan los ojos
de mirar a la calle
donde el día ha colgado sus horas
incansable.
La tarde tiene sueño
y se duerme mecida por los árboles.
El viento se la lleva
oscilando su sueño en el aire.

Josefina de la Torre


Quisiera...

Quisiera tener sujeta
la naranja de la tarde
así entre las manos, fresca,
sin la piel rubia y brillante,
tirabuzón de la luna
peinado por mi cuchillo.
Qué sabor a fruta nueva
ha de tener en los bordes
el mar, la arena y el aire.
¡Qué deseo de partir
en dos mitades la tarde!
Cuando la noche se asome
a su ventanal de cobre
se tragará la naranja.
¡Ay, niña desconsolada!

de poemas de la isla

Josefina de la Torre





Mis años...

Mis años compañeros,
años míos, inciertos,
niños desordenados,
al salir del colegio...
Ya son dos y son tres,
compás del mismo tiempo,
maravilla segura
de inagotable anhelo...
Mi corazón latió
veintitrés balanceos.
Mi corazón amigo,
buen profesor pequeño.
Y hoy no sé qué me pasa...
Y hoy no sé lo que tengo...
¿Es uno más, amigo?
¿Uno más... o uno menos?

Josefina de la Torre




Llevabas

Llevabas
en los pies arena blanca
de una playa desconocida.
Por eso
cuando a mí llegaste
no sentí tus pisadas.
Llevabas
en la voz desnuda
un compás de espera.
Por eso
cuando me hablaste
no pude medir tu voz.
Llevabas
en las manos abiertas
espuma blanca de aquel mar.
Por eso
de tu bienvenida
no pude conservar la huella.
Todo tú
venías en mi busca
y no pude reconocerte.
¡Arena blanca, compás de espera, espuma blanca!
¡Inquieto sueño de la verde orilla,
rizado de preguntas...!

de marzo incompleto

Josefina de la Torre




Noches...

Noches sobre la playa: rumor de orilla fresca.
Blanco batir de remos que la sombra sorprende.
Sobre la barra grande los hachones de pesca,
y un cuerpo perezoso que en la arena se tiende.

En lo alto de la Isleta el faro gira y gira.
Un denso olor a algas... Venus, la Osa Mayor...
Rasguea una guitarra. Una mujer suspira.
La brisa trae aromas de madreselva en flor.

Y en las noches de luna, sentados en la acera,
al ritmo melodioso de una antigua habanera
lánguida y cadenciosa con su aire dulzón,

evocar las figuras de la memoria mía
(los padres, el hermano, Dolores y María)
envuelta entre los pliegues de un viejo pañolón.

de Medida del tiempo

Josefina de la Torre